CURSO DE FORMACIÓN CRISTIANA DEL CONSEJO DE HERMANDADES DE LA ARCHIDIÓCESIS DE BARCELONA



Aquí os mostramos la siguiente edición del curso de formción cristiana por Internet del Consejo de Hermandades de la archidiócesis de Barcelona.



EL PADRENUESTRO (VII)
“Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos
ofenden...”
La predicación de Jesús está repleta de referencias al amor de su Padre y a la
necesidad de reconciliación que tiene la humanidad respecto del Dios del
cielo. El Señor en su predicación del Reino de Dios diferencia el amor a Dios y el
amor a los hermanos, como dos realidades diferentes, pero estrechamente
relacionadas.
Esta petición del Padrenuestro no sólo coincide con la predicación de Jesús
sobre su Padre, sino que también nos pone delante de la propia realidad
humana: Estamos en constante deuda con Dios. Su perdón y reconciliación
obtenidos por Cristo en la cruz, por amor a la humanidad y obediencia a su
Padre (obediencia en el amor) ha sobrepasado todo lo que podíamos esperar.
La humanidad pecadora y distanciada de Dios, no es que simplemente se le
haya perdonado su culpa, sino que en ese perdón hemos recibido la
posibilidad de vivir en el Espíritu, de atravesar la muerte sin que nos retenga y
de contemplar Dios cara a cara. A partir de ahí, solo debiera haber por parte
nuestra gratitud, alejamiento del pecado y frutos de caridad.
Pedir perdón a Dios cuando nos hemos separado de Él por nuestros pecados,
es pedirle que nos deje volver a su casa, tal como el hijo pródigo de la
parábola hace con su padre (Cf. Lc 15, 11-32).
Pero ¿y perdonar a los demás? ¿no es de las cosas más complicadas y difíciles
de nuestra vida? Creo que tenemos que reconocer en este tema una par de
cosas: Que perdonar cuando nos han hecho daño de verdad no es fácil. Que
a veces no perdonamos porque no queremos perdonar, iniciar el camino de la
reconciliación. A este camino difícil nos ayuda la Iglesia con su vida
sacramental, su escucha de la Palabra de Dios y su caridad con sus hijos. La
Iglesia acompaña los difíciles caminos del perdón y siempre nos espera.
Jesús nos advierte muchas veces que así como nos comportemos con los
demás, Dios se comportará con nosotros; que así como juzguemos a los demás,
Dios nos juzgará a nosotros; que así como perdonemos a los demás, así Dios nos
perdonará a nosotros.
En definitiva, ¿qué es perdonar sino amar? ¿No es el perdón una forma de
amar a los demás? ¿no es el perdón de Dios una manifestación de su inmenso
amor por nosotros?
En definitiva, esta petición del padrenuestro no hace más que poner de
manifiesto el mandamiento de Cristo: “Éste es mi mandamiento: que os améis
los unos a los otros tal como yo os he amado” (Jn 15, 12)