HISTORIA DE LA PROCLAMACIÓN DE LA INMACULADA COMO PATRONA DE ESPAÑA

A propuesta unánime de las Cortes Generales Españolas, el Rey Carlos III solicita a la Santa Sede que la Inmaculada Concepción de María sea proclamada Patrona de España. A esta petición, el 8 de noviembre de 1760 el Papa Clemente XIII firmó un Decreto proclamando a la Inmaculada como Patrona de España.

Más tarde, el 25 de diciembre de 1760 presentó la bula “Quantum Ornamenti” en la que de manera solemne ratificaba esta proclamación.

El 16 de enero de 1761 el Rey Carlos III firmaba un Decreto-Ley por el que proclamaba patrona de todos sus Reinos “a esta Señora en el misterio de su Inmaculada Concepción”. Esta disposición de Ley lleva por título “Universal Patronato de Nuestra Señora en la Inmaculada Concepción en todos los Reinos de España e Indias”.

Anteriormente los obispos de las diócesis españolas y los teólogos de las viejas universidades de Salamanca, Alcalá de Henares, Granada, Zaragoza, Valladolid y Valencia defendieron y festejaron la Concepción Inmaculada de María como dogma de la fe cristiana.

También, a instancias de Carlos III, concedió Su Santidad que en las letanías de la Virgen se añadiese a continuación de la invocación “Mater intemerata” la de “Mater inmaculada” (14-III-1767).

Cuando el 19 de septiembre de 1771 se instituyó la Real y distinguida Orden de Carlos III, se puso bajo la protección de María Santísima en su misterio de la Inmaculada Concepción, declarándola patrona de la Orden. Y conociendo que los graduados en Teología por la Universidad de Ávila no hacían de forma explícita el juramento inmaculista al tiempo de conferirles los grados académicos, ordenó “que todos los que recibieren grados en las Universidades literarias de estos mis reinos, o los incorporasen, hagan juramento de defender el Misterio de la Inmaculada Concepción, en la misma forma que se hace en las universidades de Salamanca, Valladolid y Alcalá.

El 8 de diciembre de 1854, S.S. Pío IX en la Carta Apostólica “Ineffabilis Deus” proclama el Dogma de la Inmaculada Concepción de Santa María Virgen.

Cuatro años después, el 25 de marzo de 1858, la misma Virgen en una de sus apariciones en Lourdes a Bernardette de Soubirous, se autoproclama como la Inmaculada Concepción.