Nuevo Cristo Resucitado de González Jurado

S.C.  Resucitado. Fuente: La Hornacina.

El pasado 11 de octubre se bendecía en la parroquia de Nuestra Señora de la Consolación de Doña Mencía ( Córdoba)  una talla del imaginero Miquel Ángel González  para la Hermandad del Santísimo Cristo  Resucitado.

Miguel Ángel González ha sido el imaginero que ha ayudado a la restauración de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la Esperanza en los últimos años y ha impregnado su acento en ellos.  


González Jurado junto a miembros de la Hermandad. Fuente: H.S.C. Resucitado Doña Mencía

  González Jurado en Cataluña

 El año 2016 conocíamos a este imaginero. Tuvimos la oportunidad de poder conversar sobre su estilo, su trayectoria y perspectiva.  Conversamos sobre las escuelas, las tradiciones, sobre lo que piden las hermandades y el difícil diálogo entre la creación artística, libertad del autor y lo que las Hermandades desean y quieren como imagen de culto. 

También pudimos desmitificar el debate actual entre el hiperrealismo cordobés y el neobarroquismo sevillano, al que llegamos a la conclusión que lo importante era la esencia de la imagen, el mensaje y su destino.

González Jurado, actualmente, es uno de esos artistas cordobeses que están llevando orgullosa y abanderamandente su tradición y nombre de la ciudad.  Un colectivo que va creciendo con el tiempo y que ha ido trasladando a otras tierras ese anatomismo, gusto por el detalle y humanización de la escultura religiosa. 

Hasta dónde sabemos, actualmente en Cataluña solo hay estas dos imágenes, de las que hay que matizar que son restauraciones; es decir, no hay el acento pleno artístico del imaginero sino que hay un gran condicionamiento 

 Habrá que esperar si en el futuro la situación actual, las capacidades económicas, lo gustos y las voluntades de las Juntas de Gobierno apuesten por esta escuela cordobesa en Cataluña. Así  el patrimonio histórico  cofrade catalán pasaría a enriquecerse con los ya presentes de grandes escultores catalanes como  Damià Campeny,  Perrís Austrí, Sanyer... o más recientemente Teresa Vidal i Nolla, Jordi Arenas, Modest Gené, ... entre muchos otros.  O otros autores también presentes como Juan Ventura o Martín Richarte.

S.C. Resucitado. Fuente: H.S.C. Resucitado Doña Mencía

El Cristo Resucitado

El propio autor recoge la esencia del mensaje y la importancia del Resucitado, no solo para el cofrade, sinó para toda la cristiandad  en el portal La Hornacina, que reproducimos literalmente: 

 

Por parte de la hermandad que lo ha encargado han expresado que "Su mirada transmite mucha paz, mucha fe y, sobre todo, mucha esperanza". Además de añadir que esperan que Cristo Resucitado les de luz en estos difíciles momentos que están viviendo.  Una imagen que está de manera provisional en la capilla del Sagrario de la parroquia. 

S.C.  Resucitado. Fuente: La Hornacina.

 

La imagen

El Cristo resucitado es una talla en madera con telas encoladas y policromadas a tamaño natural.

Se aprecia en la talla un gesto refinado por el anatomismo, característica propia del autor, así como los tonos de piel más suave característico también del mismo que de lejos simulan incluso cierta naturalidad  o emulan parecer otros materiales porcelanosos, aunque este no es el objetivo.
 
Destaca la proporción esbelta, probablemente  proporcionado de  1 a 7  como marcaron los cánones griegos clásicos. Esto le da una algidez y presenta natural notable a la talla.

En ese conjunto el anatomismo detallado está presente. Se nota el gusto por darle humanidad, pero huyendo de un cuerpo que ha sido duramente torturado y castigado.  Escoge la esencia de lo bello que ha de ser una imagen de culto, al mismo tiempo que verbo y mensaje.

En la diagonal se observa como la imagen es triunfante. Sale de la lápida del Santo Sepulcro hacia adelante. Se acerca a la persona que observa pero serena, calmada, formando una V de Victoria entre la losa y el cuerpo.  Con una mano muestra la llaga que recuerda que ha padecido para salvar a los hombres pero con la otra serena al mismo tiempo que bendice. 

Y la cara muestra sosiego. Unos ojos sin ser rasgados pero del que despierta. El que se abre a la vida.  Una mirada al frente. Deja atrás la muerte y se dirige al feligrés que lo mirará, con un rostro tranquilo, sin marcas de dolor ni resentimiento.   Felicidades.


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