Hay constancia del "monyó" y la Cruz de Cerdanyola en 1764 en un documento que describía las delimitaciones de la ciudad de Mataró por lomas o montículos (munyó en catalán de la época) y que hacía de frontera entre Sant Julià de Argentona y Mataró.
En un dibujo de la época ya aparecía el montículo de piedra y una cruz desnuda. Después de la Guerra Civil se ubicó una cruz de madera por el Diario de Mataró. En una crónica de la época con la celebración de la cruces de Mayo, se mencionaba que era un lugar de paz, de mediación y todo un símbolo de ciudad. Posteriormente hubo algún cambio y se giró el sentido de la cruz para que miraba al barrio de la Llantia y se ubicó una figura que simulaba la figura del crucificado.
Este montículo se salvó de la especulación salvaje y del urbanismo caótico de la Mataró de los años sesenta y setenta de la década pasada.
Hoy en día, continua siendo una zona de paz y pasaje que ofrece unas vistas de 360 grados. Se puede ver desde el litoral de Mataró, el castillo de Burriach y toda la zona de bosques del norte.
Después del confinamiento de la pandemia que azotó la ciudad y el mundo, muchas personas descubrieron los pasajes de Mataró como Sant Martí i Sant Miquel de Mata, el turó de Onofre Arnau, los caminos de Can Bruguera... y la montaña de la Cruz de Cerdanyola, que ya era un pasaje de los vecinos de Cerdanyola y la Llantia.
El turó y la Cruz de Cerdanyola son todo un símbolo de barrio y de ciudad,
Desgraciadamente, el comportamiento de algunas personas y el poco respeto al medio natural han ido tirando restos de basura y también han ido agrediendo la Cruz de Cerdanyola con pintadas diversas. Su estado era algo lamentable y con un deterioro avanzado.
Este semana, Dani Fuster un vecino de Mataró, sorprendía en algunos grupos de facebook su trabajo.
Decidió reparar los daños de la Cruz y compartirlo con todos. Ahora la Cruz presenta una nueva cara.
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